lunes, 24 de febrero de 2014

Usos de la improvisación

por Román Podolsky, febrero 2014

En el trabajo de dramaturgia a partir de los dichos del actor, la improvisación se utiliza para buscar textos, para que el actor hable y algo del orden de lo inesperado se manifieste en lo que dice.


En este sentido, no es importante establecer una situación de antemano; no importan las circunstancias dadas, ni se plantean objetivos, ni conflictos ni acciones a desarrollar.

Basta que el actor se siente frente a nosotros y hable, o que se quede parado y hable,  o que se ocupe en algo que mantenga despierta su atención…  pero hable. Lo que importa es su palabra, lo que dice y especialmente en lo que dice, aquello que no esperaba decir.

Todo el andamiaje que en nuestros años de estudiantes debíamos construir previamente a la improvisación para sostenerla,  es aquí tenido como una convención innecesaria, un obstáculo que impide el surgimiento de la palabra inesperada, convocando en su lugar un uso comunicativo del lenguaje, un uso de la palabra en función representativa, representante de los acuerdos interpersonales previamente establecidos.

Cuando le pedimos a un actor que hable, no le pedimos que desarrolle una situación, que se haga cargo de un relato, ni que cumpla una convención. Que el actor hable es que se deje llevar por lo que dicen sus palabras. Es la posibilidad de que surja lo imprevisto. Y lo imprevisto, por principio, desconoce al otro, a los acuerdos con el otro y a la comunicación. Lo imprevisto está más en relación con uno que con el otro.

Y como el acento está puesto en el surgimiento de la palabra inesperada, en esta instancia no nos interesa la continuidad de la acción, porque esa palabra por principio, viene a romper la lógica que el actor, al comando de su expresión, pretende hacer valer en nombre de dicha continuidad.

La palabra imprevista es discontinua, excede la lógica que organiza al yo y que éste intenta reproducir en sus palabras y sus acciones. Cualquier propuesta de improvisación que procure desplegar una continuidad orgánica –ya sea en la situación, en el “hilo” del relato, en la consistencia de las circunstancias, en la coherencia de los personajes y en su identidad- no nos resulta conveniente en este caso.

Por el contrario, la improvisación está allí para incomodar la continuidad del pensamiento y de la acción, para fracturar el desarrollo orgánico de la palabra y el relato, para poner en cuestión las certezas que surgen a medida que la representación de lo conocido se manifiesta.

Es una lógica del fragmento y no de la totalidad. Es una perspectiva de la incertidumbre y no de la certeza. Es el rescate de una palabra que proviene de los márgenes, incapaz de seguir al yo en sus veleidades de dominio, una palabra suelta, que al ser registrada queda desligada de su contexto de origen y de la biografía de su emisor.

En la instancia siguiente, cuando nos abocamos a la articulación de estas palabras en forma de textos, se abre una nueva forma de usar la improvisación. Es la improvisación que viene a poner a prueba dicha articulación efectuada en el texto. Es una apuesta al funcionamiento, el intento de recuperar un cierto nivel de organicidad, construida con la intención de superar las falsamente naturales construcciones del sentido común.

Lo destacable es que en esta etapa  tampoco importan demasiado las virtudes interpretativas de los actores, no interesan sus capacidades personales ni su ingenio para improvisar. Porque lo que se está probando en la improvisación es otra cosa, es la articulación de los textos que antes habían surgido de forma inesperada, es la prueba de su teatralidad en la escena.

El actor, su arte, su capacidad interpretativa, empezarán a importar más adelante, cuando el texto quede finalmente establecido, cuando llegue la hora de la repetición, del arte de hacerlo de nuevo haciendo lo nuevo, eso para lo cual el actor, está llamado a ser y a hacer.

Hasta entonces, la improvisación es para hacer surgir palabras y luego, para probar la articulación entre ellas y entre ellas y las acciones, gestos, movimientos, espacios, que también han ido quedando como restos, fragmentos sueltos, en el proceso de acumulación de material.

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