Qué poca cosa los relojes, que sólo marcan las horas
Por Román Podolsky, febrero 2013
Nos alejamos de la acción en la
medida en que nos acercamos a la memoria.
Nuestro trabajo consiste entonces en
extraer los fragmentos de historias de
su condición de pasado con relación al presente en el que están siendo dichos.
Extraídos de allí, esos fragmentos
son el presente que fueron y ya no pasado.
Y al ser presente desdoblado –un poco
en presente, un poco en pasado- estos fragmentos recobran una vitalidad que
perfora la línea del tiempo útil, narrativo, de representación.
Esto lo pienso en relación al trabajo
que hago, luego de leer el maravilloso libro de Gilles Deleuze “Cine II, Los signos del movimiento y
del tiempo”. Esta referencia al desdoblamiento del presente se encuentra
especialmente en el capítulo XXXI.
Entonces hay dos articulaciones: una
de ellas es la que efectuamos en la lectura de lo que ha quedado, la que une
las partes, la que hace que la cosa avance para nosotros y para los otros.
Sobre esta primera articulación se puede hablar, discutir, acordar y disentir
hasta hallar la satisfacción que pone un punto a la progresión.
Pero hay una segunda articulación y
es la que los fragmentos realizan ya no entre sí sino con ellos mismos, con
distintos presentes que han sido a lo largo del trabajo e incluso más allá del
mismo, en relación a los presentes/pasados de los cuales provienen y que el
trabajo ha puesto a distancia, para evitar toda amenaza de representación.
Crear una secuencia entonces implica
avanzar en la articulación de momentos que inexorablemente van hacia adelante
desde una perspectiva cronológica, en relación a un tiempo exterior. Pero la
tarea no concluye allí en la medida en que una segunda articulación, más sutil,
no necesariamente accesible a la voluntad se produce, uniendo en un momento, todos
los otros momentos que ese momento ha sido.
Allí comienza a tener espacio el
tiempo.
Por sí mismo, indómito,
inconmensurable.
Indiferente por completo a la arrogancia
de la que se jactan los relojes.
Y sus pretenciosos usuarios.