jueves, 18 de marzo de 2010

Tres cuestiones
Marzo 2010

A la hora de trabajar con los actores, con sus palabras, tengo presentes tres cuestiones que me orientan en la investigación.

Primero, no todo se puede decir. Esto remite al hecho de que el lenguaje tiene sus límites, hay un más allá de las palabras que el silencio encarna. Cuando hablamos, el silencio representa el agujero que el lenguaje bordea.

Segundo, hay palabras que se imponen más allá de la voluntad de decir. En otros términos, hay un momento, algún pequeño momento en la improvisación que realiza el actor donde en lugar de hablar es hablado por el lenguaje. Es la irrupción de lo inesperado que sorprende bajo la forma de una palabra plena, agrietando lo que supuestamente corresponde decir.

Finalmente, el sentido como efecto y no como punto de partida. Esto implica que durante el proceso creativo se suceden los fragmentos de texto y de acción, superponiéndose, contradiciéndose, complementándose. Y que en la articulación de esos fragmentos (lo que implica una elección donde algunos de ellos se sostienen y otros se dejan caer) surgirá el efecto de sentido. De lo que estamos hablando se sabe al final y no al principio, más allá de lo que la voluntad declame, en su típica pretensión.

jueves, 4 de marzo de 2010

Explicación falsa de mis cuentos
Por Felisberto Hernández


Verónica Dragui es una actriz que participa de mi seminario "Palabras planas, palabras plenas". En relación a lo que venimos trabajando allí, nos envió el siguiente texto de Felisberto Hernández: "Explicación falsa de mis cuentos".

"Obligado o traicionado por mí mismo a decir cómo hago mis cuentos, recurriré a explicaciones exteriores a ellos. No son completamente naturales, en el sentido de no intervenir la conciencia. Eso me sería antipático. No son dominados por una teoría de la conciencia. Eso me sería extremadamente antipático. Preferiría decir que esta intervención es misteriosa. Mis cuentos no tienen estructuras lógicas. A pesar de la vigilancia constante y rigurosa de la conciencia, ésta también me es desconocida. En un momento dado pienso que en un rincón de mí nacerá una planta. La empiezo a acechar creyendo que en ese rincón se ha producido algo raro, pero que podría tener porvenir artístico. Sería feliz si esta idea no fracasara del todo. Sin embargo, desbo esperar un tiempo ignorado: no sé cómo hacer germinar la planta, ni cómo favorecer ni cuidar su crecimiento: sólo presiento o deseo que tenga hojas de poesía; ó algo que se transforme en poesía si la miran ciertos ojos.
Debo cuidar que no ocupe mucho espacio, que no pretenda ser bella o intensa, sino que sea la planta que ella misma esté destinada a ser, y ayudarla a que lo sea. Al mismo tiempo ella crecerá de acuerdo a un contemplador al que no hará mucho caso si él quiere sugerirle demasiadas intenciones o grandezas.
Si es una planta dueña de sí misma tendrá una poesía natural desconocida por ella misma. Ella debe ser como una persona que vivirá no sabe cuánto, con necesidades propias, con un orgullo discreto, un poco torpe y que parezca improvisado.
Ella misma no conocerá sus leyes, aunque profundamente las tenga y la conciencia no las alcance. No sabrá el grado y la manera en que la conciencia intervendrá, pero en última instancia impondrá su voluntad. Y enseñará a la conciencia a ser desinteresada.
Lo más seguro de todo es que yo no sé cómo hago mis cuentos, porque cada uno de ellos tiene su vida extraña y propia. `Pero también sé que viven peleando con la conciencia para evitar los extranjeros que ella les recomienda."